¿Por qué es importante el debate sobre el HHS?

Friday, Feb. 17, 2012
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By The Most Rev. John C. Wester
Bishop of Salt Lake City

Cada domingo y ojalá fuera más seguido, nos reunimos como Católicos para compartir la Eucaristía y para celebrar nuestras creencias. Cuando salimos de Misa llevamos las experiencias de la comunión con Dios al mundo. Como Iglesia. Compartimos nuestras creencias entre muchas otras cosas, ayuda a los refugiados, educando a los niños, y sirviendo comidas a aquellos que de otra manera no comerían.

En algunos países, nuestra Iglesia trabaja bajo la sombra de gobiernos opresivos, operando con el conocimiento de que por ejemplo, una institución de salud podría ser cerrada en cualquier momento. En los Estados Unidos, disfrutamos de la libertad para practicar nuestra fe sin miedo de la coerción del gobierno. O al menos eso hacíamos hasta una reciente revisión a una regla del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos.

Por supuesto el presidente Obama la semana pasada ‘acomodó’ esta reciente regulación del HHS y esto continúa en espera de ver como todo esto se desa-rrolla. Sin embargo, el simple hecho de que la regulación sea puesta en función es para preocuparse, ya que la regla requiere que todos los empleadores excepto por la muy estrecha sub categoría de casas de oración, ofrezcan cobertura para la prescripción de anticonceptivos en sus planes de salud. El motivo de que nuestra preocupación sea tan grande es que las agencias de gobierno están li-mitando el derecho ‘ de libertad de conciencia’ de las organizaciones religiosas.

Para mí las preocupaciones no son solamente de temas legales y constitucionales, aunque estas preguntas son importantes. Mi mayor preocupación es el mensaje que esta regla envía a las organizaciones que han participado con el gobierno federal durante años prestando sus servicios a la población más vulne-rable.

Por ejemplo en nuestra Diócesis, "Catholic Community Services" (CCS) es una de las muchas organizaciones Católicas que trabajan con el gobierno federal para ofrecer servicios de vivienda, legales, de traducción y otros servicios de transición para los refugiados. CCS sirve a cerca de 300 familias de refugiados al año.

En el frente internacional Catholic Relief Services (CRS) desde su comienzo en el 2003, ha estado involucrado con el Plan de Emergencia de Ayuda del Presidente (PEPFAR por sus siglas en ingles) Cada año CRS provee de medicinas que salvan vidas así como ofrece cuidado y ayuda a miles de individuos en África . La Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos (USCCB por su siglas en inglés) también fue un instrumento en asegurar que los fondos para el PEPFAR fueran autorizados en el 2008, y eso se hizo sin un requisito de que las organizaciones que recibían estos fondos dieran anticonceptivos como parte de sus servicios.

Similarmente Catholic Charities en varios estados y la oficina de Migración y Servicios para Refugiados del USCCB por mucho tiempo han ofrecido servicios cruciales a víctimas del tráfico humano en América. Hasta el 2011, Catholic Charities recibía regularmente fondos federales para asegurar un ambiente seguro, necesidades básicas tales como comida, servicios de salud, y servicios legales a las víctimas. En el 2011 se les negaron los fondos a estos grupos favoreciendo a organizaciones con menores calificaciones dentro de las evaluaciones para fondos, lo cual es visto como una reacción a una actual demanda del ACLU. EL ACLU demanda que el gobierno debe seleccionar proveedores que ofrezcan servicios de aborto y de anticonceptivos para que puedan servir completamente a las víctimas del tráfico humano.

La demanda también podría ser parte de la razón por la que el gobier-no ha adoptado una muy restringida excepción religiosa a cualquier regla o regulación federal. Mientras que las demandas son caras y llevan mucho tiempo, no existe certeza de que ACLU ganara y que el gobierno federal tiene todo para perder desalentando a organizaciones Católicas por continuar trabajando en nombre de las personas que más lo necesitan.

El gobierno federal tiene una larga historia reconociendo los derechos de conciencia, creando un balance apro-piado entre los derechos de los individuos y de las organizaciones de practicar sus religiones y los intereses del gobierno en dar servicios o forzar leyes de una manera organizada mencionados en la Primera Enmienda.

Con un poco de defensa Católica, tal vez HHS una vez más reconocerá los derechos que la Iglesia Católica tiene de ofrecer salud a sus empleados sin violar sus creencias.

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