Reflexión por el Aņo de la Misericordia

Friday, Oct. 07, 2016

En el 2007 me encontraba trabajando como voluntaria en un hospicio de Salt Lake City cuando una enfermera me pidió que me sentara junto a un paciente quien sufría de una agitación y ansiedad inusual. Yo conocía a este paciente. Ella era una hermosa dama en sus sesenta, lúcida, inteligente y con mucho espíritu. En ocasiones ella no me dejaba verla cuando la iba a visitar y decía firmemente No quiero visitantes.
 Ese día cuando entré en su cuarto, ella estaba recostada, con sus ojos abiertos grandemente. Me senté cerca de ella, le tomé la mano y le pregunté, ¿cómo estás?
Ella simplemente respondió “asustada”.
Pensé ; ‘bueno, casi todas las personas tienen miedo a morir’. Le pregunte ¿a qué le temes? A Dios respondió.
Sabía que esta persona no apreciaba los voluntarios que trataban de orar con ella, bajo su nombre en los registros del hospicio bajo la palabra religión haba escrito un ninguna.
Oré silenciosamente por un momento, pidiéndole al Señor que me ayudara a encontrar las palabras correctas.
¡Oh no! Dije. “Dios te ama! Y no tienes que tener miedo – Él está aquí, contigo” (estaba segura de que de alguna manera había roto la doctrina de la Iglesia. ¡Oh Dios!”.
Ella respondió con una pregunta “¿me cantarías un himno?”
Esto me pareció más difícil, pero comencé a cantar suavemente mi himno favorito. ‘El Rey del amor es mi Pastor’ de St. Columba. La melodía del   melodioso cántico céltico nos relajó a ambas. Cuando terminé, ella estaba dormida.
Ese encuentro fue un regalo. Me dí cuenta de que con la gracia de Dios todos podemos brindar Su misericordia a los demás bajo diversas situaciones, en lo ordinario o en lo inesperado. Como Santa Teresa de Ávila escribió hace 400 años “Cristo ahora no tiene cuerpo en esta tierra salvo el de nosotros... Tus ojos son los ojos a través de los cuales la compasión de Cristo mira al mundo”.
Betsy Kleczkowski
Parroquia de Santa Rosa de Lima

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