Reflexión por el Aņo de la Misericordia

Friday, Feb. 19, 2016

Las Escrituras Cristianas revelan a Jesús como el rostro de la Misericordia. Es el Señor, quien a pesar de totalmente humano totalmente divino quien con sus palabras de sanación brinda paz. Jesús nunca condena a los pecadores. Les ofrece Misericordia y perdón aun a los más antipáticos. El invita a quienes perdieron el camino a una nueva relación, y son así por siempre renovados. Amorosamente, les da la bienvenida. Las Escrituras presenta ejemplos tales como una mujer en adulterio. “Ve y ya no peques”- la instrucción de Jesús es simple y compasiva. Tristemente, nosotros nos encontramos entre los que susurran; nos inclinamos a acercarnos a un amigo susurrándole: ‘OMG, ¿escuchaste lo que ella hizo?’
El Papa Francisco predica sobre este vicio, comparando a quienes chismean con terroristas. No cometan el erros, nos dice, los chismes no son terroristas suicidas; ellos son sobrevivientes maliciosos que quieren romper la reputación de las personas. Aparecen con granadas sigilosas, para después desaparecer a hurtadillas escapando de la explosión y de las marayas y enredos causados por sus palabras hirientes.
El chisme no es un comportamiento de Misericordia. Arruina la reputación de los compañeros de trabajo, de los familiares y de los vecinos. El chisme considera la compasión y la dignidad humana como algo irrelevante. Las palabras maliciosas logran la duda, insinúan el demonio y urgen a realizar suposiciones injustas. Tristemente, parece que el chisme nos atrae. Sabemos que está mal, pero aun así nos tienta.
¿Cómo luchamos en contra de esta tendencia? El Papa Francisco nos aconseja mordernos la lengua y no hablar mal de los demás. Nos dice que practicar esto causa que nuestra lengua se hinche dolorosamente. El chisme produce discordia no  armonía. El Pueblo de Dios fue creado para ser alegre pero cuando el chisme existe, no existe amor, compasión o reconciliación. 
Necesitamos discernir si nuestras palabras ofrecen paz o proveen discordia. Necesitamos buscar el bien en los demás. La Misericordia demanda un examen de conciencia. Entonces, sumisos, perdonados y sanados, bien venimos a Jesús, quien nos enseña la bondad y la misericordia.
Susan Cook Northway
Oficina de Educación Religiosa

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