Reflexión por el Aņo de la Misericordia

Friday, Apr. 08, 2016

Cuando el Papa Francisco nombró a este año como el Año de la Misericordia, me puse a pensar sobre esta palabra. No la había usado mucho – me recordó los días en las escuelas Católicas y la las letanías, cuando la Hermana te explicaba que María le había pedio a los Santos que ‘oraran por nosotros’, pero eran Jesús y el Sagrado Corazón quienes ‘tenían misericordia por nosotros’.
En la preparatoria leía ‘The Merchant of Venice’, cuando la tarea fue memorizar el discurso de Portia implorando por la vida de su amado: La calidad de la misericordia no tiene tensión. Cae como la gentil lluvia del cielo…’, “Pero cual fue la línea que se quedó en mí: “Es doblemente bendecida. Lo bendice a quien da y a quien recibe”.
Un acto de Misericordia es siempre una relación, bendiciendo y conectando a dos partes para siempre, ya que ES una bendición, y las bendiciones vienen de Dios. Forma una trinidad, una sociedad – con el hambriento alimento, con el indigente, ayudo, con la persona, enseño, con el vecino enfermo que mi mamá me envió, acudo, dejo de comprar algo para en su lugar donar el dinero a la colección de abrigos de St. Vincent de Paul, acompañar a mis pápas , y la imperativa moral de pensar y hacer lo correcto cuando uno está en una multitud (“no porque todos y tus amigos saltan por un puente, ¿lo vas a hacer también?) y estando con Dios a quien poco a poco estoy conociendo.
La simplicidad de estos actos de misericordia es la mejor parte de ellos, y tenemos la oportunidad y capacidad de trabajar y de bendecir con Dios cada día cuando los realizamos, y de llevar cada bendición en nuestros corazones en un Jesús vivo y el Evangelio a donde quiera que nos encontremos.

“Oramos por la misericordia,
y esa misma oración nos enseña a proveer las acciones de la Misericordia.” 
William Shakespeare, ‘The Merchant of Venice’

Hermana Mary Ann Pajakowski CSC
Ministerios de la Santa Cruz

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