Reflexión por el Aņo de la Misericordia

Friday, Dec. 11, 2015

Eran las 2 p.m. cuando recibí una llamada frenética de un compañero de preparatoria.
“John”, dijo con una voz entrecortada, “mi mamá se está muriendo y me gustaría y realmente apreciaría si pudieras venir y decir algunas oraciones con ella”.
Por supuesto que acudí inmediatamente. A mi llegada al hospital IMC, fuí al cuarto, en donde me encontré con LJ, su hermana y su mamá. Estaban muy acongojados por la inevitable pérdida de su madre. Su mamá estaba recostada en la cama el hospital claramente cercana a la muerte. Sus ojos se habían puesto grises y su cuerpo comenzaba a dejar de funcionar. Su mirada estaba fija en una parte del cuarto, en nada en particular.
Saqué mi Rosario y les dí indicaciones para rezar el Capítulo de la Divina Misericordia. Sabía lo que ellos no podían saber: Sabía que la promesa que nuestro Señor había hecho a Santa Faustina diciéndole “Cuando ore este capítulo en la presencia de un moribundo, Yo estaré entre mi Padre y la persona moribunda, no sólo como Juez sino como su Misericordioso Salvador” (Diary 1541)
Los tres comenzamos a orar fervientemente por esta dulce mujer quien moría delante de nosotros. Ella permaneció sin moverse durante le capítulo. Al terminarlo inocentemente le dije a su mamá “María, nuestro Señor está aquí”.
Con esas palabras los ojos de María se tornaron hacia el techo, lágrimas se formaron en sus ojos y suspiró el más dulce ‘Sí’. Y con ese último suspiro María partió de esta vida a los brazos de la misericordia pura.
Compartiré esta experiencia en cada oportunidad que tenga hasta que el tiempo en que este ante nuestro Señor y susurre la misma dulce respuesta del Amor Personificado.
Diácono John Kranz
Catedral de la Magdalena

For questions, comments or to report inaccuracies on the website, please CLICK HERE.
© Copyright 2024 The Diocese of Salt Lake City. All rights reserved.