Seminarsita: 'Una grandiosa experiencia Pastoral de Verano'

Friday, Aug. 15, 2014

Por José Alejandro Camberos Santana 

Seminarista de la Diócesis Católicva de Salt Lake City

Cada año durante el verano los seminaristas de la Diócesis de Salt Lake City tenemos el compromiso y la dedicación de hacer un trabajo pastoral en alguna de las parroquias de nuestra diócesis. 

En este año fui asignado para tomar el programa de C.P.E. (clinical pastoral education) el cual es un programa que nos ayuda para aprender las labores pastorales de los capellanes.

Mi práctica de capellán la estuve realizando en La Villa de San José en Salt Lake City, un lugar que se dedica al cuidado de enfermos, personas en rehabilitación y personas con necesidades y limitaciones físicas. Aunque el programa de C.P.E. consta de 400 horas a completar, a mí no importó el tiempo sino la dedicación a todas estas personas necesitadas de un  apoyo no solo físico, sino también espiritual y moral. 

Yo pienso que el ser capellán en verdad te muestra un rostro del Jesús doliente en este mundo. Es aquí donde en verdad puedas experimentar el pasaje del Evangelio de San Mateo 25:31-46 donde Jesús nos dice que cualquier cosa que hiciste por alguno de estos pequeñitos, también lo hiciste por El.  

Aquí me tocó reír con algunos, llorar con otros, estar alegre por mirar la recuperación de los enfermos y sufrir por las incapacidades de los discapacitados. 

Una de las más gratas experiencias que ha tocado mi corazón es el mirar al padre Anastasio Iwuoha entregar su vida diariamente a esta gente tan necesitada. Él es un ejemplo del Buen Pastor que conoce a sus ovejas y ellas le conocen a él. Todo mundo le conoce, le confía y se sienten confortables con su presencia y con el servicio en esta asignación que le es encomendada. 

Otra experiencia que ha marcado fuertemente mi camino vocacional es el haber conocido cuatro de nuestros sacerdotes que son residentes de la Villa de San José. Monseñor Rudolph Daz, Monseñor Lawrence Sweeney, Monseñor Matthew Wixted y el padre John Hart. 

El haber convivido con estos santos sacerdotes de nuestra diócesis y el mirar su fragilidad humana al llegar a esta etapa de sus vidas, me ha puesto pensar que en verdad somos vasijas de barro que llevamos la Gracia de Dios en nuestras vidas. 

El mirar a estos hombres cansados, gastados, con limitaciones físicas y perdiendo su elocuencia, me ha empujado a esforzarme más y más por ser santo y entregar mi vida al servicio del pueblo de Dios. 

Agradezco a Dios que me ha permitido tener esta experiencia en mi etapa de formación y pido a toda la comunidad de nuestra diócesis que nos unamos en la oración por nuestros pastores. 

Ellos son personas frágiles como tú y como yo, y también necesitan del cuidado y atención de suss eres queridos. Aunque muchos de nuestros pastores no tienen familiares directos, estamos tú y yo para ser su alivio y su sosiego. Dios les bendiga a todos.