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Friday, May. 15, 2015
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Traducido por: Laura Vallejo
Una de las partes favoritas de mi ministerio es el poder pasar tiempo con mis compañeros en las reuniones de jóvenes e lo largo de la diócesis. 
Me gusta mucho esta parte de mi ministerio ya que ellos me inspiran al abrir sus corazones, con su fe sólida y con la alegría de estar juntos como comunidad Católica.
Sin embargo, frecuentemente escucho que hay jóvenes adultos que no son activos en sus parroquias. La pregunta que usualmente me hacen es ¿dónde están todos los jóvenes adultos?, ¿Por qué ninguno de ellos vienen a Misa?
Mientras es cierto que hay un menor número de jóvenes adultos, no es cierto que no existan en la Iglesia. Los jóvenes adultos asisten  misa a diario. 
Los jóvenes adultos guían grupos de oración y estudios de Biblia.
 Los jóvenes adultos dedican tiempo como padrinos de  RICA y enseñando clases de educación religiosa. 
Los jóvenes adultos son miembros de los consejos parroquiales y sirven como lectores en Misa. 
Hay jóvenes adultos que saben cuál es su vocación en vida y hay jóvenes adultos que están discerniendo a lo que Dios los ha llamado a hacer.
 Hay jóvenes adultos que evangelizan a sus amigos y familia a través de sus acciones y servicio a los demás. ¡Esta-mos aquí! Y ¡tenemos hambre de más!
Queremos que se nos brinde una sonrisa y se nos dé la bienvenida cuando asistimos a Misa. Queremos seguir cre-ciendo en nuestro conocimiento y practica de nuestra fe. 
Queremos sentirnos seguros cuando hacemos preguntas. 
Queremos estar conectados y servir en nuestra Iglesia local y universal. 
Creo que un mejor entendimiento de nuestra generación beneficiara a los líderes en las parroquias a mejorar las formas en que las parroquias se conecten con los jóvenes adultos.  
Así es que en un intento de dibujar una imagen de la ge-neración del Milenio de Católicos, mis siguientes artículos responderán las siguientes preguntas:
¿Quiénes son los jóvenes adultos Católicos?, ¿Qué es lo que valoran?, ¿Cómo se involucran en la Iglesia?, ¿ Qué ocasiona que se vayan?, ¿Cómo podemos relacionarnos con ellos?.
Espero poder compartir esta información con ustedes y espero que esta prenderá una chispa de diálogo en su pa-rroquia. 
Conforme comenzamos esta aventura de aprendizaje, comencemos con una oración para todos los jóvenes adultos de nuestra Diócesis (adaptada de la Homilía del Papa el día Mundial de la Juventud de 1995 en Manila):

Ayuda a estos jóvenes, chicos y chicas, a llevar consigo la luz a todos los lugares de donde han venido. 
Que su luz brille para todos los pueblos (cf. Mt 5, 16): para sus familias, para sus culturas y sociedades, para sus sistemas económicos y políticos, para todo el orden internacional.

Al entrar en la habitación en que los discípulos se ha-llaban reunidos, después de tu resurrección, les dijiste: «La paz esté con vosotros» (Jn 20, 21). 
Haz que estos jóvenes sean portadores de tu paz. 
Enséñales el significado de lo que dijiste en el sermón de la montaña: «Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5, 9).
Envíalos como el Padre te envió a ti: a liberar del miedo y del pecado a sus hermanos y hermanas; para la gloria de nuestro Padre celestial. 
Amén.

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